martes, 8 de abril de 2014

Repsol, un pésimo negocio para Pemex

La inversión de Pemex en Repsol ha sido un pésimo negocio para la estatal petrolera de México, que ha acarreado muchas pérdidas.
Eduardo Esquivel
8 de abril de 2014
sdp noticias
La inversión y sociedad de Petróleos Mexicanos (Pemex) con la compañía  petrolera Repsol se remonta a principios de los años noventa, cuando el gobierno de Carlos Salinas de Gortari, con el fin de dotar de mejor tecnología a la paraestatal mexicana para la exploración y explotación de hidrocarburos, y aumento de las reservas petroleras del país, adquirió el 5.18 por ciento de la empresa española.
La participación accionaria de Repsol por parte de Pemex no marcó gran diferencia en el accionar de la paraestatal mexicana, ni siquiera en lo que se refiere a transferencia de tecnología, tampoco a que el país tuviera más producción de hidrocarburos, ni aumento de las reservas petroleras.

El gobierno de Felipe Calderón Hinojosa tomó la decisión de aumentar la participación accionaria de Petróleos Mexicanos en la petrolera española, por lo que se adquirió el 4.62 por ciento más con lo que la participación mexicana en Repsol llegó al 9.8 por ciento.
El aumento de la participación mexicana en la petrolera española incluyó la firma de un acuerdo de votos sindicados en el Consejo de Repsol- YPF, con el principal accionista de esta empresa, la constructora Sacyr, propietaria de 20 por ciento de las acciones.
La forma que usaron los funcionarios  de la petrolera mexicana para aumentar su participación accionaria en Repsol –YPF, en agosto del 2011, fue a través un contrato de deuda por unos 600 millones de dólares. La operación se realizó a través de una filial de Pemex con sede en Holanda, que no tiene empleados y que no puede ser auditada porque está fuera del territorio nacional y al margen de leyes mexicanas, ya que está sujeta a las leyes y tribunales españoles. (La doble contabilidad de que se practicó en Pemex en el gobierno de Felipe Calderón, según denuncias de la Auditoría Superior de la Federación ASF).   
La petrolera mexicana adquirió el paquete accionario de Repsol-YPF por valor 56.3 millones de acciones, por el que se pagaron alrededor de mil 122 millones 890 mil 400 euros, a un precio promedio por acción de 19.92 euros. 
El valor de las acciones de la petrolera española, a dos años 8 meses  de que Pemex aumentara su participación accionaria en dicha empresa, ha bajado considerablemente en la Bolsa de Valores de Madrid,  cotizándose la  acción en 18.81 euros por título, lo que significa que el paquete de acciones de Repsol-YPF, en manos de la petrolera mexicana, vale actualmente aproximadamente  mil 60 millones 319 mil 700 euros, lo que equivaldría a una pérdida de valor de unos 62 millones 570 mil 700 euros.
 En el año de 1999 Repsol adquirió el 97.81 por ciento de la petrolera estatal argentina, Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF), con lo que la petrolera española se transformó en la mayor empresa privada energética de España y Latinoamérica; pasando a ser una compañía multinacional, especializada en petróleo, química y gas que desarrolla actividades de exploración y producción, refinación, comercialización, química, gas y electricidad.
El gobierno argentino que encabeza Cristina Fernández de Kirchner, decidió en abril del 2012 nacionalizar YPF tomando el control del 51 por ciento de las acciones que le pertenecían a Repsol.
El argumento que utilizó  la presidenta argentina para nacionalizar la industria petrolera de su país,  fue que la empresa española sólo redistribuía ganancias y no reinvirtió el dinero que ha generado por la exportación en el país, comprometiendo el desarrollo energético de los argentinos; en 2011 Argentina había tenido que importar unos 9,000 millones de dólares en combustibles, un aumento de 110 por ciento con respecto al año anterior.  La presidenta argumentó también que Argentina es el único país en América Latina, y uno de los únicos en el mundo que no tenía el manejo propio de uno de sus recursos naturales.
Además, la presidenta de Argentina, Cristina Fernández, señaló que en 2011 fue la primera vez en 17 años que el país había tenido que importar crudo por valor de 3,029 millones de dólares, esto debido a la falta de inversión de la empresa española para exploración y extracción.
Para Repsol, YPF representaba el 25 por ciento de su ingreso neto, 1231 millones de euros, así como el 50 por ciento de la producción total de hidrocarburos de Repsol y alrededor del 40 por ciento de sus reservas, por lo que la nacionalización de la petrolera fue un duro golpe para la empresa española y las pérdidas repercutieron también para Pemex. Se calcula que la paraestatal mexicana acumula pérdidas, por la expropiación en Argentina, por más de 18 mil millones de pesos.   
 En 2012 el empresario mexicano Carlos Slim se convirtió en el nuevo socio de la petrolera argentina YPF, luego de que el Congreso  del país sudamericano aprobara la expropiación del 51 por ciento de las acciones de la española Repsol. El paquete accionario de la mencionada empresa ha quedado repartido de la siguiente forma: en el mercado financiero está el 18 por ciento; Repsol 12 por ciento, Bancos 10.6 por ciento, y Slim 8.4 por ciento. La compra se hizo a los bancos Credit Suisse, Golman Sachs, BNP Parabas y Banco Itaú, que ejecutaban las acciones de la familia Eskenazi (Grupo Petersen) por falta de pago. El paquete accionario que adquirió el empresario mexicano de YPF tuvo un costo de 360 millones de dólares.    
La adquisición del paquete accionario de YPF fue adquirido a un precio de ganga por parte del Ingeniero Slim, porque antes de la expropiación a Repsol del 51 por ciento de las acciones, por parte del congreso argentino, cada acción de la empresa petrolera tenía un valor  de 42.53 dólares, y después de la nacionalización las acciones del 49 por ciento restante tenía un valor de 10.45 dólares por acción.
El descubrimiento en 2010 de un rico yacimiento de petróleo y gas no convencional en un área llamada Vaca Muerta, Argentina, ha hecho que Repsol, que originalmente tenía el derecho de explotación de ese yacimiento y que lo perdió a raíz de la expropiación, entre en conflicto con su socio mexicano Pemex, el cual  ha sido invitado a invertir con Carlos Slim en la explotación de esa veta.
La junta de accionistas de Repsol en marzo pasado, determinó blindar a la empresa ante una posible segregación de sus divisiones de exploración y producción de hidrocarburos (“upstream”) y de refinación y marketing (“downstream”).
El blindaje de la compañía petrolera fue defendido por su presidente Antonio Brufau, porque considera que los peligros de segregación de la empresa petrolera española se encuentran en su interior.
El blindaje de Repsol no contó con la simpatía de los directivos de Pemex, que ven en esta medida una falta de flexibilidad de la empresa que les impediría participar como inversionistas en la explotación de los yacimientos petroleros argentinos.
El gobierno de Enrique Peña Nieto quería tener más participación en Repsol y llevar el control de la empresa,  por lo que se invirtió en astilleros españoles para aumentar la presencia mexicana en el país europeo; pero esto no fue posible por las trabas que ha puesto el gobierno español para esta inversión y porque no quieren que la empresa petrolera pierda sus raíces originales. Estos conflictos han llevado a que Pemex pierda interés por invertir en esa petrolera.
La inversión de Repsol en México se ha visto muy favorecida en contratos de servicios para la Comisión Federal de Electricidad (CFE) como en Pemex, sobre todo con el gobierno del panista Felipe Calderón. Ejemplo de esto es que Repsol, junto con las también españolas Iberdrola y Unión Fenosa, ya maquilan más del 50 por ciento de la electricidad del país.              
La forma que tienen las compañías ibéricas de maquilar electricidad para CFE es a través de plantas  termoeléctricas a base de gas natural. La ASF en su informe adelantado del 2011 señaló que CFE solamente utiliza el 69 por ciento de su capacidad instalada en hidroeléctricas y, en cambio, usa el 80% de la electricidad total que generan las empresas privadas, a través de sus plantas y termoeléctricas a base de gas natural.
Las empresas españolas realizan en México una función que podríamos llamar de “coyotaje” con el gas natural que utilizan. Lo compran en menos de 50 centavos de dólar a Perú y lo introducen al país a 14 dólares por unidad, precio que paga la CFE, a través de los contribuyentes y usuarios que padecen las altísimas tarifas de la llamada “Empresa de Clase Mundial”.   
Lo que podemos concluir es que la inversión de Pemex en Repsol ha sido un pésimo negocio para la estatal petrolera de México que ha acarreado muchas pérdidas. Lo que se espera es una decisión enérgica de parte del gobierno de Enrique Peña Nieto, que se pongan reglas más claras y que sea negocio para el país.

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